“La comunicación de los bancos centrales ha vuelto a ser más dura desde la publicación de la inflación estadounidense en enero. De hecho, las actas de las últimas reuniones de la Fed y el BCE reflejan la cautela de los banqueros centrales ante los riesgos residuales de inflación", explica.
Según su valoración, la caída de la inflación desde el máximo de 2022 se debe principalmente a la normalización de las cadenas mundiales de suministro y a la caída de los precios de la energía. "La política monetaria sólo pesa sobre la demanda, pero los responsables políticos están indefensos ante las repetidas perturbaciones de la oferta", señala.